El traumatismo craneoencefálico (TCE) severo es una causa importante de mortalidad y discapacidad neurológica que genera una gran carga para la sociedad y para los sistemas de salud. El pronóstico de las personas afectadas depende en gran medida del establecimiento temprano de un tratamiento médico y quirúrgico que en primera instancia asegure la supervivencia inmediata del paciente y de forma secundaria limite el daño cerebral así como la incidencia de complicaciones. Para dicho propósito, se requiere que los médicos identifiquen a los individuos con TCE severo de manera inmediata. Sin embargo, en muchas ocasiones los pacientes se encuentran inconscientes y es difícil distinguir al traumatismo de otras posibles causas de alteración del estado de conciencia como el alcoholismo, la intoxicación por fármacos o el estado epiléptico. Por tal motivo, se hace necesario el contar con herramientas diagnósticas que permitan la distinción temprana de individuos con TCE severo. Así mismo, dichas pruebas diagnósticas deben ayudar a predecir el grado de daño neurológico y el riesgo de muerte para tomar decisiones terapéuticas que puedan mejorar la probabilidad de supervivencia del paciente.
Hoy en día, algunos estudios de imagen ayudan a predecir el grado de daño cerebral y la mortalidad basados en la magnitud de las alteraciones intracraneales observadas. No obstante, dichos estudios no están siempre disponibles en la mayoría de hospitales. Lo anterior ha llevado a los investigadores clínicos a buscar marcadores moleculares que puedan ser medidos en diferentes muestras biológicas como sangre o líquido cefalorraquídeo (LCR), cuyas concentraciones puedan identificar a sujetos con alto grado de lesión neuronal y riesgo de muerte así como discriminarlos de personas con otros padecimientos.
En este contexto, en las primeras semanas del año en curso, ha sido publicado un estudio de cohorte en el que se evaluó el potencial de la proteína asociada a microtúbulos 2 (MAP-2 por sus siglas en inglés) medida en LCR como biomarcador de TCE severo. Dicha proteína se encuentra en el interior de las neuronas y funciona como estabilizadora del citoesqueleto, sin embargo, los resultados de diversos estudios de investigación han revelado que ésta molécula pierde su localización intracelular y se libera al espacio extracelular después de una lesión cerebral aguda como el TCE severo.
En el estudio mencionado, el cual fue realizado por un grupo de investigadores liderados por Linda Papa y quienes laboran en varias instituciones médicas de Houston, Florida y Virginia en Estados Unidos, se analizó la concentración de la proteína MAP-2 en LCR de pacientes con TCE severo (definido como un puntaje en escala de Glasgow <8) y se comparó con la concentración de dicha molécula medida en LCR de sujetos sanos en diferentes tiempos. Se observó que los niveles de MAP-2 se elevaron rápidamente desde las primeras 6 horas en los sujetos con TCE severo, alcanzando una meseta a las 24 horas e iniciando su descenso a las 48 horas posteriores al traumatismo, mientras que en sujetos sanos no se observó tal elevación en los niveles de dicha molécula. Además, la concentración de la proteína permitió discriminar entre individuos enfermos e individuos sanos con una alta sensibilidad y especificidad, especialmente cuando se usaron las concentraciones más altas del marcador medidas en las primeras 24 horas.
Por otro lado, los niveles de MAP-2 en LCR de sujetos con TCE severo resultaron ser útiles para predecir la mortalidad a 2 semanas y 6 meses, siendo nuevamente más útiles las concentraciones máximas determinadas dentro de las primeras 24 horas. Finalmente, se observó una correlación entre los niveles de dicho marcador en LCR con la severidad del TCE determinada por dos escalas de daño neuronal y predicción de mortalidad basadas en hallazgos realizados con Tomografía Computarizada.
Pese a que el estudio aquí comentado tiene algunas limitaciones como el número pequeño de pacientes incluidos en el análisis, resulta ser un trabajo de gran relevancia en la búsqueda de nuevas herramientas para mejorar el diagnóstico y pronóstico de personas con TCE severo, ya que muestra que MAP-2 es un biomarcador que se libera de forma temprana al LCR y que refleja la severidad y el grado de daño neuronal en el cerebro traumatizado, lo cual lo coloca como un buen candidato para realizar más estudios de investigación en los que se incluya un mayor número de pacientes para validar su uso como herramienta diagnóstica en el campo clínico.
Autor:
Dr. José Alberto Choreño-Parra
Diseño Gráfico:
Director General CENNM
Dr. Parménides Guadarrama Ortíz
Referencias.
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Papa L, Robicsek SA, Brophy GM, Wang KK, Hannay J, Heaton S, et al. Temporal Profile of Microtubule-Associated Protein 2: A novel Indicator of Diffuse Brain Injury Severity and Early Mortality after Brain Trauma. J Neurotrauma 2018; 35(1): 32-40.
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